Debería estar haciendo miles de cosas más importantes en este momento, pero no puedo dedicarme a otra cosa que no sea pensar en él. Es inevitable porque todo me lo recuerda. Una frase, una imagen o lo que sea. Odio eso y a la vez me encanta. Lo odio porque parezco una obsesiva y me encanta porque sé que es perfecto.
No sé por qué de un día para el otro pudo pasar de un no rotundo a un "cuando quieras, donde quieras" ni sé por qué ahora lo extraño, o por qué repentinamente todo parece más lindo.
Supongo que simplemente lo quiero.
Hace 4 años