¿Por qué pensar tanto? ¿Por qué dar vueltas? ¿Por qué decir que no? ¿Por qué preocuparme? ¿Por qué sos tan malvado? ¿Por qué soy tan esquiva? ¿Por qué te quiero?
Hoy como ayer, mañana como hoy ¡y siempre igual! Un cielo gris, un horizonte eterno y andar..., andar.
Moviéndose a compás como una estúpida máquina, el corazón; la torpe inteligencia del cerebro dormida en un rincón.
El alma, que ambiciona un paraíso, buscándole sin fe; fatiga sin objeto, ola que rueda ignorando por qué.
Voz que incesante con el mismo tono canta el mismo cantar; gota de agua monótona que cae, y cae sin cesar.
Así van deslizándose los días unos de otros en pos, hoy lo mismo que ayer..., y todos ellos sin goce ni dolor. ¡Ay!, ¡a veces me acuerdo suspirando del antiguo sufrir... Amargo es el dolor; ¡pero siquiera padecer es vivir!
No hay comentarios:
Publicar un comentario